Se
refiere a la forma en que los grupos humanos se apropian de las
tecnologías. Es decir, que además de conocerlas y tenerlas, se utilizan
de manera efectiva y competente en sus diferentes actividades.
La Apropiación Social de la Tecnología es un proceso que tiene que ver con las motivaciones e intereses de las personas, además, se debe dar una mirada a nuestro alrededor para identificar a los otros participantes:
Como
todo proceso, la Apropiación Social de la Tecnología persigue un fin.
En definitiva, para el caso que nos acoge, dicho fin se centra en la
construcción de un proyecto educativo que incorpore las TIC dentro del
proceso de enseñanza y aprendizaje. Es por ello que es necesario que las
personas asuman un compromiso, pero también, que se definan acciones
claras para la construcción del proyecto educativo; es decir, en esta
parte se somete a un diálogo sobre el papel de los participantes:
¿Cuál es el papel de...
- Director/a?
- Docentes?
- Estudiantes?
- Padres y madres de familia?
- Entre otros?
Lo anterior es importante porque permite trazar la ruta hacia la definición de los siguientes aspectos:
- Compromiso y acciones (director/a, docente, estudiante, padre y madre)
- Búsqueda de apoyos (municipalidad, ONG, empresas, otros)
- Liderazgo y organización (proyectos educativos y comunitarios, desarrollo social y educativo)
LA APROPIACIÓN SOCIAL DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA
Hablar
sobre este tema no es una tarea sencilla, ya que involucra a la persona
dentro de un proceso de desarrollo que no depende únicamente del objeto
tecnológico en sí mismo, sino de la relación entre ambos. La
apropiación de la ciencia y la tecnología se puede enmarcar bajo dos
corrientes: La primera posición –en concordancia con una teoría
positivista– sostiene que la ciencia es independiente de quien la conoce
y la práctica, que es universal y neutral. Desde la esta postura la
población es un simple usuario de la ciencia y la tecnología, por lo que
se deben de enseñar en las escuelas y universidades como saberes
universales.
La
segunda posición considera que la ciencia y la tecnología no son, en
ningún caso, ajenas al contexto, que dependen de la visión de mundo de
los individuos que trabajan con ellas y que, en ciertos casos, puede
convertirse en una práctica de poder. Esta última idea propone que la
ciencia debe ser adaptada para dar soluciones contextualizadas y acordes
a las necesidades de la sociedad, y como ejercicio democrático en la
construcción del conocimiento (Aguirre, 2011).
La
discusión que nos atañe debe centrarse sobre lo que podría entenderse
por apropiación de las tecnologías. Se parte del hecho de que el primer
paso para lograrlo es facilitar el acceso de la población a ella, pero
lo cual no garantiza su apropiación debido a que existen diferencias
culturales importantes entre los diversos grupos poblacionales. Por lo
tanto, en primer lugar se debe reconocer la importancia de la existencia
de múltiples saberes, cuyo encuentro no solo garantiza la aparición de
soluciones contextualizadas y acordes a las necesidades de cada
sociedad, sino también, el ejercicio democrático que incorpora la
diversidad cultural en la construcción del conocimiento y en la apertura
de espacios de inclusión y participación activa para los distintos
actores sociales.
Siguiendo
la línea anterior, el uso de la noción de “Apropiación Social de la
Ciencia y la Tecnología” debe conllevar una iniciativa mediante la cual
se reconozca la necesidad de validar, utilizar y construir conocimiento a
partir de las necesidades y decisiones particulares para diferentes
contextos, además de la generación, utilización y transmisión del saber
científico y tecnológico no solo por los grupos avalados como
productores - públicos o privados, tales como instituciones académicas, centros de investigación o empresas–, sino también, y principalmente, por actores que no han sido reconocidos dentro de estos procesos – incluso por ellos mismos–
debido a las formas tradicionales de producir, consumir y transmitir la
ciencia y tecnología en cada país (Aguirre, 2011).
El empoderamiento y la apropiación forman elementos claves y fundamentales, ya que permiten a las personas la utilización de herramientas tecnológicas, no como una obligación o imposición, sino más bien de manera inherente, perenne y responsable tanto consigo mismas, desde un plano individual, como con los otros, dentro de un entorno social y cultural.
Esta noción actúa de
manera muy similar a la idea de empoderamiento tecnológico, entendido
como un
proceso por medio del cual las personas fortalecen sus capacidades,
confianza, visión y protagonismo, desde el colectivo, la integración y
la cohesión social, para impulsar y generar cambios positivos de las
situaciones en las que viven; es decir, la tecnología se convierte en
una herramienta para lograr cambios y transformaciones en los hábitos,
que lleva a las personas a asumir desde sí mismas y los otros la
responsabilidad sobre su contexto para mejorar la calidad de vida de las
personas (González, 2016).
El empoderamiento y la apropiación forman elementos claves y fundamentales, ya que permiten a las personas la utilización de herramientas tecnológicas, no como una obligación o imposición, sino más bien de manera inherente, perenne y responsable tanto consigo mismas, desde un plano individual, como con los otros, dentro de un entorno social y cultural.
TECNOLOGÍA Y CULTURA
De acuerdo con el tipo de representaciones, creencias, teorías, modelos de aspectos del mundo, de instrucciones, reglas y normas, de valores y de formas de comunicación –por
medio del lenguaje proposicional, por medio de lenguajes no verbales
–por ejemplo, corporales–, de lenguajes visuales, pictóricos, etc.–
es posible hablar de distintos tipos de culturas; por ejemplo la
científica, la tecnológica, la artística, la religiosa, la política, la
empresarial o la económica. Pero a la vez, las representaciones
específicas, las creencias, los valores, las normas, variarán de un
grupo social a otro, aunque se trate del mismo tipo de prácticas.
Muchas
veces se interpreta, en el sentido de que, el conocimiento científico
es válido independientemente del contexto cultural en donde se le
considere y evalúe. Pero esto es engañoso, porque no se trata de que
desde diferentes prácticas culturales se reconozca la validez del
conocimiento científico, pero si debe admitirse que dependiendo de la
cultura así se admite la autoridad de lo que se produce y se acepta en
esas prácticas científicas. Las prácticas científicas que se desarrollan
en China comparten un estructura básica con aquellas que se desarrollan
en Europa, en Estados Unidos y en América Latina, y eso las hace
válidas universalmente, pero si la forma en que se aplican esos
conocimientos puede variar de acuerdo a los contextos culturales y
sociales.
La
apropiación social de la ciencia y la tecnología, se incorpora dentro
de las prácticas científicas y las trasciende. Se trata de la
apropiación social de la ciencia y de la tecnología, y del conocimiento
científico y tecnológico con el fin de usar esta forma de conocimiento
para la comprensión y resolución de problemas y, particularmente, para
articularlo con otros tipos de conocimientos en la búsqueda de
soluciones a diferentes problemáticas.
Este fenómeno puede verse también como la articulación de la cultura científico-tecnológica con la cultura de diferentes grupos sociales. Para comprender mejor esta situación conviene recordar que la ciencia se produce y reproduce –como bien lo ha señalado Echeverría (1995)– en contextos tales como la investigación, la comunicación y la enseñanza, los cuales se traslapan entre sí. Estos contextos existen y se desarrollan por medio de las prácticas, en cuyo seno se dan los procesos de investigación, comunicación y enseñanza.
Este fenómeno puede verse también como la articulación de la cultura científico-tecnológica con la cultura de diferentes grupos sociales. Para comprender mejor esta situación conviene recordar que la ciencia se produce y reproduce –como bien lo ha señalado Echeverría (1995)– en contextos tales como la investigación, la comunicación y la enseñanza, los cuales se traslapan entre sí. Estos contextos existen y se desarrollan por medio de las prácticas, en cuyo seno se dan los procesos de investigación, comunicación y enseñanza.
Por
otro lado se enfrenta el problema de la comunicación y la enseñanza de
las ciencias y las tecnologías dirigidas hacia quienes no serán
científicos o tecnólogos. El problema de la enseñanza se presenta en los
diferentes niveles educativos, y el de la comunicación se articula como
un problema central para la apropiación social de la ciencia y la
tecnología. Los niños y jóvenes –especialmente en el caso de la
enseñanza–, y también los adultos –sobre todo en el caso de la
comunicación de la ciencia y tecnología– pueden comprender ciertas
teorías, modelos y explicaciones científicos. Lo cual puede ocurrir en
un solo ámbito –por ejemplo el escolar– o, incluso, en alguna práctica
lúdica.
Cuando esto sucede, el horizonte de representaciones acerca del mundo de las personas se amplía: es lo que podemos llamar apropiación débil de la ciencia y, en su caso, de la tecnología. Pero es más interesante cuando el conocimiento científico y tecnológico se incorpora realmente en otras prácticas y las transforma; por ejemplo: en prácticas cotidianas de higiene, o en prácticas productivas como las agrícolas, pesqueras, artesanales, etc., en las cuales el conocimiento es utilizado para comprender y resolver problemas. En estos casos el conocimiento es literalmente incorporado a las prácticas en cuestión, y es cuando podemos decir que la cultura científica y tecnológica se ha articulado con otras.
Cuando esto sucede, el horizonte de representaciones acerca del mundo de las personas se amplía: es lo que podemos llamar apropiación débil de la ciencia y, en su caso, de la tecnología. Pero es más interesante cuando el conocimiento científico y tecnológico se incorpora realmente en otras prácticas y las transforma; por ejemplo: en prácticas cotidianas de higiene, o en prácticas productivas como las agrícolas, pesqueras, artesanales, etc., en las cuales el conocimiento es utilizado para comprender y resolver problemas. En estos casos el conocimiento es literalmente incorporado a las prácticas en cuestión, y es cuando podemos decir que la cultura científica y tecnológica se ha articulado con otras.
Éste es el sentido fuerte de la apropiación social
de la ciencia y la tecnología, al cual podemos referirnos también como
la expansión fuerte de la cultura científico-tecnológica. Por ejemplo,
prácticas que pueden influir en el sistema sanitario de un país, o en la
vida cotidiana de diferentes grupos sociales.
EDUCACIÓN Y CULTURA
La
presencia de las nuevas tecnologías en las aulas ya no tiene vuelta
atrás. Si hasta hace unos años podía pensarse que los medios digitales
debían restringirse a algunas horas por semana o a algunos campos de
conocimiento, hoy es difícil, si no imposible, ponerle límites a su
participación en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Para Dussel
(2011) la expansión de las nuevas tecnología debe matizarse en tres
aspectos. El primero es que aún subsiste el problema del acceso. Los
esfuerzos que están haciendo los gobiernos de la región por volver
accesibles las nuevas tecnologías y la conectividad son fundamentales
para achicar la brecha digital y emparejar las oportunidades sociales de
acceder a los nuevos bienes. Sabemos que esa brecha está determinada en
gran medida por desigualdades sociales, territoriales y de género; por
eso es importante que las políticas educativas y sociales contribuyan a
una distribución más equitativa de las posibilidades de acceso a los
nuevos medios digitales.
Un
segundo aspecto a destacar es que la expansión de las nuevas
tecnologías en las aulas nos dice poco respecto a cómo y para qué se las
usa. Muchos expertos coinciden en señalar que la brecha digital se está
desplazando del acceso a los usos, y que la nueva frontera se está
definiendo por la capacidad de los usuarios de realizar operaciones
complejas, moverse en distintas plataformas y aprovechar al máximo las
posibilidades que ofrece la cultura digital. La brecha hoy se produce
entre usos más pobres y restringidos, y usos más ricos y relevantes. Por
eso destacan que no es suficiente con dotar a las escuelas con
computadoras o con acceso a Internet: también es necesario trabajar en
la formación docente y en la formulación de nuevos repertorios de
prácticas que permitan hacer usos más complejos y significativos de los
medios digitales.
Un
tercer aspecto tiene que ver con la forma en que se piensa este salto
tecnológico, que no hay dudas que tiene características arrolladoras en
su velocidad y tasa de crecimiento. Esto ha provocado cambios sociales,
económicos y políticos muy profundos. Por tomar solo un ejemplo, la
cosecha de verduras o la cría de vacas o de peces hoy se benefician de
sofisticadas ayudas tecnológicas que permiten anticipar pestes o
enfermedades, controlar la temperatura o la luz, e intervenir en la
genética de las especies para producir más eficientemente y mejor. En el
plano cotidiano, la presencia de los celulares y las redes sociales,
muy extendidas en todos los sectores de la población, transforman la
manera de vincularnos, los grupos de pertenencia y la frecuencia y los
temas de contacto. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con algunas
de estas consecuencias –por ejemplo, habrá quienes se opongan a la
manipulación genética, y habrá quienes crean que Facebook es un
gigantesco sitio de chismes que banaliza la cultura pública–, pero lo
cierto es que son transformaciones de alto impacto en nuestras vidas.
Para
algunos, este ritmo arrollador implica que el cambio tecnológico es una
especie de continuum sin interrupciones, y cualquier conflicto se
interpreta como la resistencia de sectores tradicionalistas y
retardatarios de la sociedad y la cultura. Para otros, es razonable
esperar un proceso de transición, de incerteza y de construcción del
sentido, en el que haya debate y controversia respecto a cómo se ubican
las tecnologías y agencias culturales anteriores con relación a las
nuevas.
Por
último, se debe señalar que las nuevas tecnologías tienen lógicas y
modos de configurar el conocimiento muy diferentes a los de la escuela.
Las primeras funcionan en base a la personalización, la seducción y el
involucramiento personal y emocional, y suelen ser muy veloces y con una
interacción inmediata. La escuela, en cambio, es una institución basada
en el conocimiento disciplinar, más estructurada, menos exploratoria, y
con tiempos y espacios determinados de antemano, más lentos y menos
porosos. Cabe esperar entonces un proceso de negociación y de
reacomodamiento de la institución escolar que no será automático ni
inmediato, y que no debería ser leído solo como resistencia al cambio
(Dussel, 2011).



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